Mundo Violeta
  Los últimos segundos
 

Jadeando…
Jadeando…
¡Bang! Disparando.
Miedo, ¿sabes lo que es? Esa sensación cargada de adrenalina, que recorre cada centímetro de tu cuerpo, penetrando por tu piel e incrustándose en lo más profundo de tu ser. Esa sensación de saber que su siguiente objetivo puedes ser tú. Es agradable, en el fondo, ¿no lo crees? Si no lo crees, es que nunca lo has experimentado. A mí aún me tiemblan los brazos, como la primera vez que disparé un arma, como la primera vez que maté a alguien.
 
Era mediados de 1983, si mal no recuerdo… Sí, creo que databa por aquella fecha cuando te uniste al equipo. No es muy sencillo ni incluso hoy en día ser una agente de la policía secreta de la Unión Soviética, claro que, en los tiempos que corren, ya no existe la URSS, se dividió en un sinfín de países, quedando Rusia como el más poderoso. Hay que ver lo que cambian los tiempos… Si parece que fue ayer cuando te estaba viendo a ti, Evelyn Moller, una jovencita de por entonces diecinueve años tan solo.
 
Llegaste al despacho del presidente con el aire fresco de la juventud. Sueno como un viejo, ¿no crees? Pero es que te veías tan niña, Evelyn… Entraste con una tímida sonrisa, casi imperceptible para la mayoría del equipo. Pero yo sí supe ver ese brillo en tus ojos grisáceos. Te quedaste quieta frente al escritorio de roble ya desgastado por los más de cuarenta años que poseía. A los pocos segundos reaccionaste como si una descarga eléctrica hubiera recorrido tu cuerpo. Con una velocidad centelleante te apresuraste a llevar tu mano derecha a la frente, al tiempo que te erguías completamente recta.
 
    ¡A sus órdenes, coronel!—exclamaste con una dulce pero firme voz.
    Escuadrón quince, les presento a su nueva integrante, Evelyn Rousseau— aclaró el coronel.
 
Nos miraste a todos, uno por uno.
Robert, Louis, Jacques y yo, John. Eras la única mujer en nuestro escuadrón, ¿no resulta curioso?
El coronel me ordenó que te guiara a por tu equipo. Sonreíste complacida y acto seguido caminaste detrás de mí a cortos y graciosos saltitos que agitaban tus cortos cabellos negros. Los llevabas bastante cortos, pero al ser lacios, ese peinado te sentaba fantásticamente.
¿Te estoy aburriendo? Tal vez… Entonces pasaré al grano.
Esa misma tarde recibimos las primeras órdenes de infiltrarnos en una base militar noruega a unos doscientos kilómetros de Oslo. Las instrucciones eran precisas y claras: debíamos, fuera como fuera, averiguar los planes que tenían en mente los militares noruegos.
 
Acampamos a no mucha distancia de la base militar, pero a una prudencial, obvio. Sentados los cinco alrededor de la hoguera, extendimos un plano de la base que logramos hacer durante el trayecto en helicóptero. Pasamos varias horas, no recuerdo bien cuántas, meditando sobre posibles estrategias. Fue entonces la primera vez que interveniste. Golpeaste el mapa contra el grueso tronco donde se hallaba apoyado.
 
    ¡Yo me infiltraré!— sentenciaste.
    ¿Tú? ¡Te matarán, Evelyn!—gritó Louis.
    No si seguimos mi plan—sonreíste al replicarnos.
 
Intrigados por ver que se había esbozado por tu mente, nos inclinamos hacia ti para escucharte.
La madrugada me desperté de un sobresalto. Más bien, Jacques me despertó con un jarro de agua fría aludiendo como excusa que despertarme era toda una misión. Qué gracioso…
Eran aproximadamente las tres. Según me notificaron, ya te hallabas dentro de la base enemiga.
No te fue muy difícil hacerles creer que eras una mujer contratada por ellos para divertirse aquella noche. Fuiste muy inteligente.
 
Lo malo vino justo cuando te sentaste sobre las piernas de su mayor…
Evelyn, se te cayó tu identificación que constaba que eras agente secreta de la URSS.
Nosotros decidimos entrar para intervenir.
Hice todo lo que pude por salvarte… Pero, aquí me tienes, de pie frente a la lápida de la hermosa heroína Evelyn Rousseau. Gracias a ti, que robaste los planos de ataque, pudimos salvar a miles de personas… a cambio de tu propia vida.
 
Gracias, Evelyn. Gracias… Recuerdo que me concediste tus últimos segundos. Tus labios… fueron míos… en los últimos segundos que respiraste.

 
  He tenido 11158 visitantes (18229 clics a subpáginas) que han tenido la curiosidad de venir  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis